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México inicia su propia expansión de GNL mientras desarrolladores estadounidenses miran hacia el sur

Al menos seis proyectos de exportación de gas natural licuado están en marcha en México, pero su futuro depende de las políticas del norte.
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By Nicole Pollack

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Tuberías de GNL en la terminal de importación Costa Azul de Sempra Energy cerca de Ensenada, Baja California, México, donde hay planes para añadir mayor capacidad de licuefacción y exportación. (Don Bartletti/Los Angeles Times/Getty Images)

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Traducción por Maria Virginia Olano

En los últimos meses, activistas ambientales han montado campañas en contra de la rápida expansión de terminales de exportación de gas natural licuado (GNL) a lo largo de la costa del Golfo de Estados Unidos, recalcando los impactos que tienen en comunidades y el medio ambiente.

Pero otra expansión de terminales de exportación de GNL está ocurriendo más al sur, la cual, hasta ahora, ha enfrentado menos escrutinio público.

Al menos media docena de proyectos de exportación de GNL están en progreso en ambas costas de México. Al menos dos están en construcción: la planta Altamira de New Fortress Energy en Tamaulipas, que comenzará operaciones en los próximos meses después de unos meses de retraso; y la planta Energía Costa Azul de Sempra en una terminal de importación de GNL existente en Baja California. Las propuestas restantes están en etapas más tempranas de desarrollo.

Aunque las terminales de exportación planeadas están en México, en su mayoría procesarán y enviarán gas natural extraído en los Estados Unidos y transportado a México por gasoductos. Con grandes reservas de gas y difícil acceso al Golfo, las empresas perforadoras del Oeste Americano han visto a México como su puerta de entrada a los mercados internacionales desde que los planes para terminales de exportación en la costa oeste de EE. UU. fracasaron.

Estados Unidos ya exporta más gas a México que a cualquier otro país: casi un tercio de todas las exportaciones de gas de EE. UU. —casi el 5% de la producción total de gas del país— fue exportado a México en el 2022, según figuras del gobierno. Prácticamente todo ese gas fue transportado por gasoductos. México, por su parte, importa aproximadamente el doble de gas de EE. UU. de lo que produce domésticamente.

México depende del gas natural, y depende en gran medida de esas importaciones de gas natural”, dijo Diego Rivera Rivota, asociado de investigación senior en el Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia. Prácticamente todas —99%— de las importaciones provienen de Estados Unidos, en particular, de Texas”.

EE. UU. promedió cerca de 11 mil millones de pies cúbicos de exportaciones de GNL a nivel mundial y 6 mil millones de pies cúbicos de exportaciones de gas por tubería a México por día en 2022. En comparación, la capacidad total de los seis proyectos de exportación mexicanos actualmente planeados, es de entre 5 mil millones y 6 mil millones de pies cúbicos por día. Si todas las etapas propuestas se completan, la nueva capacidad de exportación equivaldrá aproximadamente a dos tercios de la demanda total diaria de gas de México.

Si algunos de estos proyectos —ni siquiera todos— llegaran a completarse, pondrían un estrés severo en los flujos y la capacidad de infraestructura de gasoductos existente en México”, dijo Rivera Rivota. La creación de un mercado de exportación que utiliza gas de EE. UU., continuó, podría crear competencia con la demanda doméstica, así como otros posibles proyectos de exportación de GNL”.

Varios análisis federales han encontrado durante la última década que el aumento de las exportaciones de GNL de EE. UU. resultará en precios más altos para los consumidores estadounidenses, a pesar de también estimular más producción de gas. Dado que la mayoría del GNL enviado desde México provendrá de EE. UU., sus efectos en el mercado se sentirán en ambos países.

Los proyectos propuestos en México generalmente son más pequeños que aquellos al frente de los que se están debatiendo en EE. UU., como el terminal Calcasieu Pass 2 (CP2) de Venture Global en Luisiana, que si se completa tendrá una capacidad de transporte de más de 4 mil millones de pies cúbicos por día. Aun así, se espera que los impactos climáticos y de justicia ambiental de las instalaciones sean significativos. El Departamento de Energía (DOE) de EE. UU. estimó que las emisiones de la planta de Altamira —sin contar sus impactos secundarios— serán equivalentes a más de 26 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono entre 20242050, comparable a las emisiones de aproximadamente 2.5 plantas de energía a gas durante el mismo período de tiempo.

Después de no convencer a los reguladores estatales para aprobar una terminal de exportación de GNL en la costa oeste de EE. UU., algunas compañías de petróleo y gas que buscan acceso al mercado global miraron hacia México. Muchos en la industria habían puesto sus esperanzas en el proyecto Jordan Cove en Oregón, que avanzó lentamente durante una década y media —a pesar de la resistencia de propietarios de tierras, grupos ambientales y tribus indígenas— hasta que la compañía detrás de él se retirara definitivamente en el 2021. Desde entonces, los productores que operan en el oeste de EE. UU. han instado al Congreso a priorizar la apertura de un canal para que su gas fluya desde la costa del Pacífico hacia Asia.

Los proyectos de GNL no han enfrentado el mismo nivel de oposición en México (aunque varios grupos ambientales, tanto locales como internacionales, están presionando en contra). Los desarrolladores también ven ventajas logísticas en construir en México: los buques que salen de sus costas occidentales podrán alcanzar mercados en Asia sin tener que cruzar el Canal de Panamá. La ruta más corta ahorra tiempo y evita retrasos causados por la prolongada sequía en Panamá que está disminuyendo los niveles de agua en el canal.

Pero los proyectos de exportación de GNL en México también vienen con un nivel de riesgo más alto que sus contrapartes en EE. UU., dijo Arthur Deakin, director de la práctica de energía en Americas Market Intelligence, una firma de investigación enfocada en América Latina. El gas tiene que cruzar una frontera internacional solo para llegar a las terminales de exportación, dijo, dejando las perspectivas a largo plazo de los proyectos vulnerables a los cambios en la política energética entre México y EE. UU.

La reciente suspensión de nuevos permisos de exportación de GNL por parte de la administración Biden añade otra capa de incertidumbre. Debido a que los proyectos mexicanos serán abastecidos por gasoductos estadounidenses, las decisiones sobre si aprobar las exportaciones de los terminales a otros países —que técnicamente son re-exportaciones de gas importado— todavía recaen sobre el Departamento de Energía.

Al menos dos de los proyectos de GNL de México ya tienen aprobación del DOE, pero el resto tendrá que esperar el fin de la pausa junto con los proyectos propuestos para nuevas terminales de exportación en EE.UU. que aún no han asegurado sus permisos.

Los grupos de interés que han luchado durante años contra la expansión en la costa del Golfo esperan que los estándares actualizados de la administración Biden detengan todos los nuevos proyectos de GNL que aún no han sido autorizados.

No podemos continuar expandiendo la cantidad de gas que estamos exportando… en este momento crítico”, dijo Cathy Collentine, directora de la campaña Beyond Dirty Fuels del Sierra Club. El Departamento de Energía necesita consolidar esta pausa y rechazar nuevos terminales de una vez por todas” para acelerar la transición energética.

Si la administración Biden adopta un proceso de revisión más estricto, incluso los proyectos en México (y en EE.UU.) que ya tienen permiso para enviar GNL a cualquier parte del mundo podrían estancarse. Los términos de su permiso del DOE requieren que comiencen a exportar GNL dentro de siete años. Cualquiera que no cumpla con ese plazo puede tener que volver a solicitar y enfrentarse a ese escrutinio aumentado.

En otras palabras, la congelación de permisos —y lo que resulte de ella— podría ser tan decisiva para los proyectos en México como lo es para los de EE.UU.

Nicole Pollack is an Ohio-based environmental journalist who writes about energy, agriculture and climate change. She covers the politics and climate consequences of the U.S. LNG buildout for Canary Media.